Primera impresión
Dos naves se acercaban velozmente a la curvatura terrestre. La primera de ellas estaba seriamente
dañada y aceleraba a medida que entraba en la atmósfera y la gravedad la empujaba inexorablemente
hacia el hemisferio norte, en una zona deshabitada al este de los bosques de la región de Perm Krai, en
Rusia. La segunda seguía su estela a poca distancia.
La noche cerrada apenas dejaba ver la carretera secundaria de doble sentido hacia Kudymkar. Los faros del Lada Niva alcanzaban unos escasos metros de margen por delante, suficientes para continuar el camino, pero para poco mas. Sergei y Natalia necesitaban llegar antes del amanecer al pueblo natal de él, para asistir al funeral de su abuelo. Había sido un largo viaje y aún les quedaban un par de horas más.
De repente, un leve zumbido, seguido de una gran bola de fuego atravesó el cielo nocturno justo delante de ellos. Segundos después se estrelló en un lateral de la carretera unos 2 kilometros más adelante, provocando un breve pero intenso temblor y un fogonazo en la distáncia.
Los dos jóvenes se miraron atónitos mientras el chico intentaba recuperar el control del vehículo y frenó en un margen de la via.
-¿Qué ha sido eso?? -preguntó asustada Natalia.
-¿Era un avión.., se acaba de estrellar un avión?? -respondió él nervioso.
Una tenue luz parpadeante recortada entre los arboles indicaba que efectivamente algo había impactado en el bosque. La primera y lógica impresión de ambos fue que se trataba de un avión comercial.
-Tenemos que ir a ayudar!!, no podemos seguir como si no hubiese pasado nada -gritó alterada Natalia.
-Por supuesto -contestó Sergei. Déjame que llame a emergencias y nos acercamos.
Sergei trabajaba en una fábrica metalúrgica en Pechora, al norte de Rúsia. Pese a su corta edad, se había ganado un merecido reconocimiento entre sus compañeros por su constancia y su gran habilidad con el metal.
Natalia, por su parte, era profesora de educación infantil en la misma ciudad y ambos vivían juntos desde hacía pocos años. Después de este viaje tenían planeado casarse.
Tras la llamada, Sergei arrancó el coche y en unos minutos llegaron a la perpendicular exacta del impacto desde la carretera. Una larga lengua de fuego atravesaba la vía de asfalto de oeste a este y se adentraba en la espesura del bosque, dibujando una especie de camino incandescente. Los árboles en los laterales aparecían abatidos, algunos parcialmente quemados y otros arrancados a diferentes alturas. Un olor a madera y tierra quemada envolvía todo alrededor, aunque a simple vista no se apreciaban restos de fuselaje ni elementos metálicos.
Sergei y Natalia bajaron del coche rápidamente y se colocaron sus abrigos. A medida que se iban acercando a la 'zona cero', mientras esquivaban los rescoldos y montículos de tierra , empezaron a tener la sensación de que algo más no iba bien. Y al llegar al punto exacto de la colisión, sus sospechas acabaron de confirmarse.
Aquello no era un avión. Ni nada que pudiera compararse con algo de este mundo.
Un objeto de forma ovalada de unos 10 metros de largo, afilado en uno de sus extremos, y de un material totalmente reflectante, sin ningún tipo de identificación o signo reconocible, yacía semienterrado en un claro del bosque, con todo a su alrededor completamente arrasado y en llamas. Los dos jovenes quedaron atónitos y consternados ante aquella visión.
Antes de que pudieran siquiera hacerse una idea de lo que estaban contemplando, una figura emergió de entre los restos, tambaleandose y sin apenas fuerzas para sostenerse en pie.
Su aspecto era el de una mujer joven, de unos 30 años, con el pelo rubio muy fino, y ataviada con un mono ajustado de color gris azulado sin aparentes costuras y de una sola pieza.
El primer impulso de Sergei fue el de ir a ayudar al humanoide, pero Natalia le retuvo sujetándole el hombro con una mano.
De repente, y sin apenas tiempo de reacción, una nueva figura apareció entre las sombras y haces de luz que proyectaban las llamas del accidente, justo detrás de los dos jóvenes.
Al girarse, observaron aterrorizados como el aspecto de este nuevo ser era diametralmente opuesto al primero. Parecía vestir una pesada armadura metálica aunque de apariencia flexible, casi hecha a medida, de color negro. Sus dos metros de altura, su aspecto amenazante y su rostro, que recordaba al de un reptil, les paralizó de tal manera que no pudieron más que contemplar cómo se iba acercando a ellos con pasos atronadores.
Pero para su sorpresa, el extraño ser no parecía interesado en absoluto en ellos y se dirigió directamente hacia el otro humanóide mientras levantaba lentamente la mano, activando lo que parecía un dispositivo adherido a su palma.
Sin pensárselo dos veces, e infundido de repente de una energía que no creía poseer, Sergei se abalanzó sobre él, intentando proteger a la desvalida mujer, que, atónita observaba desde el suelo la escena. El oscuro personaje se deshizo sin titubear de Sergei, arrojándolo a un lado del terreno con un movimiento denso pero efectivo.
-Sergeeei!!! -gritó Natalia asustada.
El chico rebotó en el suelo y acabó unos metros mas allá, ligeramente magullado pero plenamente consciente.
La mujer del traje gris aprovechó esa pequeña distracción para, de una forma inesperada, aprehender a Natalia y protegerse del ataque del otro ser utilizándola de escudo.
Sergei, estupefacto y sin entender nada, levanto las manos en señal de ruego, suplicando que no le hiciese ningún daño.
La mujer, impertérrita, agarró con más fuerza a la muchacha, obligando al otro ser a replantear su estrategia.
Éste, sin inmutarse, observó la situación, echó un vistazo a Sergei, estirado en el suelo, y volvió a mirar a su objetivo, ahora parapetada tras un rehén. Pareció entonces calibrar de alguna manera el dispositivo palmar que estuvo a punto de usar la primera vez y volvió a apuntar con ella a las dos mujeres, disparando esta vez sin conceder ningún otro tipo de reacción.
Una especie de pulso electromagnético, en forma de ondas vibratorias surgieron entonces de su mano e impactaron primero en Natalia, atravesándola , y perforando después al ser que la retenía.
Sergei observó, impotente y horrorizado la escena.
El ser reptiliano se acercó entonces a su presa, comprobó que estaba inconsciente y la recogió del suelo. Natalia estaba también tendida en el suelo, con los ojos en blanco.
Sergei se incorporó a duras penas y fue a su encuentro. Mientras la cogía en sus brazos, el otro ser apuntó a la nave ovalada con otro artefacto y la desintegró en un instante.
Entonces se acercó a Sergei y Natalia, y les observó detenidamente. Sergei le devolvió la mirada, confundido y asustado. De repente, empezó a escuchar un susurro dentro de su cabeza.
-No le pasa nada, sólo está aturdida -escuchó, en una voz completamente neutra, que no podía identificar ni clasificar de ninguna manera.
-La próxima vez, no juzgues lo que ves, por lo que te parece que ves -continuó. Este ser era un peligro para tí y para tu planeta.
Y acto seguido desapareció entre los bosques, llevándosela consigo.
Sergei observó a Natalia, y comprobó que respiraba con normalidad y su pulso era ténue pero constante.
Mientras escuchaba de fondo el ruido de las sirenas de las ambulancias y la policía, pudo ver en la distancia un rayo de luz que emergía del bosque y se perdía en la noche entre las estrellas.
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La noche cerrada apenas dejaba ver la carretera secundaria de doble sentido hacia Kudymkar. Los faros del Lada Niva alcanzaban unos escasos metros de margen por delante, suficientes para continuar el camino, pero para poco mas. Sergei y Natalia necesitaban llegar antes del amanecer al pueblo natal de él, para asistir al funeral de su abuelo. Había sido un largo viaje y aún les quedaban un par de horas más.
De repente, un leve zumbido, seguido de una gran bola de fuego atravesó el cielo nocturno justo delante de ellos. Segundos después se estrelló en un lateral de la carretera unos 2 kilometros más adelante, provocando un breve pero intenso temblor y un fogonazo en la distáncia.
Los dos jóvenes se miraron atónitos mientras el chico intentaba recuperar el control del vehículo y frenó en un margen de la via.
-¿Qué ha sido eso?? -preguntó asustada Natalia.
-¿Era un avión.., se acaba de estrellar un avión?? -respondió él nervioso.
Una tenue luz parpadeante recortada entre los arboles indicaba que efectivamente algo había impactado en el bosque. La primera y lógica impresión de ambos fue que se trataba de un avión comercial.
-Tenemos que ir a ayudar!!, no podemos seguir como si no hubiese pasado nada -gritó alterada Natalia.
-Por supuesto -contestó Sergei. Déjame que llame a emergencias y nos acercamos.
Sergei trabajaba en una fábrica metalúrgica en Pechora, al norte de Rúsia. Pese a su corta edad, se había ganado un merecido reconocimiento entre sus compañeros por su constancia y su gran habilidad con el metal.
Natalia, por su parte, era profesora de educación infantil en la misma ciudad y ambos vivían juntos desde hacía pocos años. Después de este viaje tenían planeado casarse.
Tras la llamada, Sergei arrancó el coche y en unos minutos llegaron a la perpendicular exacta del impacto desde la carretera. Una larga lengua de fuego atravesaba la vía de asfalto de oeste a este y se adentraba en la espesura del bosque, dibujando una especie de camino incandescente. Los árboles en los laterales aparecían abatidos, algunos parcialmente quemados y otros arrancados a diferentes alturas. Un olor a madera y tierra quemada envolvía todo alrededor, aunque a simple vista no se apreciaban restos de fuselaje ni elementos metálicos.
Sergei y Natalia bajaron del coche rápidamente y se colocaron sus abrigos. A medida que se iban acercando a la 'zona cero', mientras esquivaban los rescoldos y montículos de tierra , empezaron a tener la sensación de que algo más no iba bien. Y al llegar al punto exacto de la colisión, sus sospechas acabaron de confirmarse.
Aquello no era un avión. Ni nada que pudiera compararse con algo de este mundo.
Un objeto de forma ovalada de unos 10 metros de largo, afilado en uno de sus extremos, y de un material totalmente reflectante, sin ningún tipo de identificación o signo reconocible, yacía semienterrado en un claro del bosque, con todo a su alrededor completamente arrasado y en llamas. Los dos jovenes quedaron atónitos y consternados ante aquella visión.
Antes de que pudieran siquiera hacerse una idea de lo que estaban contemplando, una figura emergió de entre los restos, tambaleandose y sin apenas fuerzas para sostenerse en pie.
Su aspecto era el de una mujer joven, de unos 30 años, con el pelo rubio muy fino, y ataviada con un mono ajustado de color gris azulado sin aparentes costuras y de una sola pieza.
El primer impulso de Sergei fue el de ir a ayudar al humanoide, pero Natalia le retuvo sujetándole el hombro con una mano.
De repente, y sin apenas tiempo de reacción, una nueva figura apareció entre las sombras y haces de luz que proyectaban las llamas del accidente, justo detrás de los dos jóvenes.
Al girarse, observaron aterrorizados como el aspecto de este nuevo ser era diametralmente opuesto al primero. Parecía vestir una pesada armadura metálica aunque de apariencia flexible, casi hecha a medida, de color negro. Sus dos metros de altura, su aspecto amenazante y su rostro, que recordaba al de un reptil, les paralizó de tal manera que no pudieron más que contemplar cómo se iba acercando a ellos con pasos atronadores.
Pero para su sorpresa, el extraño ser no parecía interesado en absoluto en ellos y se dirigió directamente hacia el otro humanóide mientras levantaba lentamente la mano, activando lo que parecía un dispositivo adherido a su palma.
Sin pensárselo dos veces, e infundido de repente de una energía que no creía poseer, Sergei se abalanzó sobre él, intentando proteger a la desvalida mujer, que, atónita observaba desde el suelo la escena. El oscuro personaje se deshizo sin titubear de Sergei, arrojándolo a un lado del terreno con un movimiento denso pero efectivo.
-Sergeeei!!! -gritó Natalia asustada.
El chico rebotó en el suelo y acabó unos metros mas allá, ligeramente magullado pero plenamente consciente.
La mujer del traje gris aprovechó esa pequeña distracción para, de una forma inesperada, aprehender a Natalia y protegerse del ataque del otro ser utilizándola de escudo.
Sergei, estupefacto y sin entender nada, levanto las manos en señal de ruego, suplicando que no le hiciese ningún daño.
La mujer, impertérrita, agarró con más fuerza a la muchacha, obligando al otro ser a replantear su estrategia.
Éste, sin inmutarse, observó la situación, echó un vistazo a Sergei, estirado en el suelo, y volvió a mirar a su objetivo, ahora parapetada tras un rehén. Pareció entonces calibrar de alguna manera el dispositivo palmar que estuvo a punto de usar la primera vez y volvió a apuntar con ella a las dos mujeres, disparando esta vez sin conceder ningún otro tipo de reacción.
Una especie de pulso electromagnético, en forma de ondas vibratorias surgieron entonces de su mano e impactaron primero en Natalia, atravesándola , y perforando después al ser que la retenía.
Sergei observó, impotente y horrorizado la escena.
El ser reptiliano se acercó entonces a su presa, comprobó que estaba inconsciente y la recogió del suelo. Natalia estaba también tendida en el suelo, con los ojos en blanco.
Sergei se incorporó a duras penas y fue a su encuentro. Mientras la cogía en sus brazos, el otro ser apuntó a la nave ovalada con otro artefacto y la desintegró en un instante.
Entonces se acercó a Sergei y Natalia, y les observó detenidamente. Sergei le devolvió la mirada, confundido y asustado. De repente, empezó a escuchar un susurro dentro de su cabeza.
-No le pasa nada, sólo está aturdida -escuchó, en una voz completamente neutra, que no podía identificar ni clasificar de ninguna manera.
-La próxima vez, no juzgues lo que ves, por lo que te parece que ves -continuó. Este ser era un peligro para tí y para tu planeta.
Y acto seguido desapareció entre los bosques, llevándosela consigo.
Sergei observó a Natalia, y comprobó que respiraba con normalidad y su pulso era ténue pero constante.
Mientras escuchaba de fondo el ruido de las sirenas de las ambulancias y la policía, pudo ver en la distancia un rayo de luz que emergía del bosque y se perdía en la noche entre las estrellas.
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