KIC 8462852
147 años después de descubrir la estrella más extraña del universo observable, un avance científico prometía desentrañar uno de los misterios más controvertidos de la exploración espacial.
La estrella en cuestión, observada en la primera década del siglo XXI por el telescopio espacial Kepler, ofrecía un comportamiento inexplicable y que no se había podido encontrar en ninguna otra parte, no sólo hasta ese momento, sino después del hallazgo, y tras calibrar y buscar específicamente ese tipo de estrellas.
El rango de luminosidad variable e irregular que provenía de la estrella desconcertaba por lo gran variación que se producía en ciertos periodos, llegando a reducirse hasta un 20%, cuando lo normal es que el paso de un planeta por delante de una estrella hiciera descender esa luminosidad como mucho un 1%. Lo que fuera que estuviese interfiriendo el espectro luminoso era enorme.
Lo que se estaba observando había ocurrido hacía exactamente 1500 años, lo que da una idea de la gigantesca distancia a la que se encontraba KIC 8462852, 1500 años luz. Esta distancia insalvable no permitía mas que especular sobre su naturaleza y poco más.
Al menos hasta ahora. Está plenamente aceptado que nada puede viajar más rápido que la luz, 300.000 km/s. Sin embargo, se puede obviar este problema, disponiendo de otros elementos. Hace veinte años se descubrió, muy cerca de la órbita de Urano, un agujero de gusano, o puente de Einstein-Rosen. El primero desde que se teorizara su posible existencia. Un satélite de reconocimiento se envió para captar e intentar atravesar la anomalía y los resultados fueron más que satisfactorios, sobrepasando las expectativas. Efectivamente, el satélite recorrió una distancia impensable en condiciones normales al atravesarlo.
El telescopio Kepler, que seguía monitorizando la particular estrella, detectó un elemento nuevo a su alrededor. Analizando su forma y espectro de color, se llegó a la conclusión de que era el própio satelite. No sólo había viajado en el espacio sino también en el tiempo. Cualquier intento de comunicación resultó en vano, pero el puente estaba ahí. Y el mero hecho de su existencia y de conocer lo que había al otro lado era francamente remarcable. Muchas voces se extrañaron de la coincidencia de que el agujero llevara directamente a la estrella en cuestión, pero el debate se cerró rápidamente.
Así que se decidió dar el siguiente paso lógico. Enviar una nave tripulada, aprovechando la singularidad que se presentaba en nuestro sistema solar, para llegar y acabar de una vez por todas con el misterio. Paradójicamente, era mas largo el viaje desde la Tierra hasta Urano, unos 10 años, que en recorrer los otros 1500 que nos separaban de KIC 8462852.
La tripulación, formada por 4 hombres y 4 mujeres de diferentes nacionalidades, permaneció en un estado de letargo inducido durante la primera etapa del viaje, hasta que una vez en las proximidades de Urano, se procedió a atravesar el puente interespacial. La mera contemplación del inusual fenómeno sólo era comparable con la llegada del hombre a la Luna, hacía más de 200 años. Una mezcla de alegría, temor y responsabilidad recorrió los cuerpos de todos y cada uno de los tripulantes. La misión siempre se pensó como un viaje de ida y vuelta, y que en condiciones normales, si es que se les podía llamar así, llevaría un periodo de 20 años.
Continuará....
This work is licensed under a Creative Commons Attribution-NonCommercial-NoDerivatives 4.0 International License.
La estrella en cuestión, observada en la primera década del siglo XXI por el telescopio espacial Kepler, ofrecía un comportamiento inexplicable y que no se había podido encontrar en ninguna otra parte, no sólo hasta ese momento, sino después del hallazgo, y tras calibrar y buscar específicamente ese tipo de estrellas.
El rango de luminosidad variable e irregular que provenía de la estrella desconcertaba por lo gran variación que se producía en ciertos periodos, llegando a reducirse hasta un 20%, cuando lo normal es que el paso de un planeta por delante de una estrella hiciera descender esa luminosidad como mucho un 1%. Lo que fuera que estuviese interfiriendo el espectro luminoso era enorme.
Lo que se estaba observando había ocurrido hacía exactamente 1500 años, lo que da una idea de la gigantesca distancia a la que se encontraba KIC 8462852, 1500 años luz. Esta distancia insalvable no permitía mas que especular sobre su naturaleza y poco más.
Al menos hasta ahora. Está plenamente aceptado que nada puede viajar más rápido que la luz, 300.000 km/s. Sin embargo, se puede obviar este problema, disponiendo de otros elementos. Hace veinte años se descubrió, muy cerca de la órbita de Urano, un agujero de gusano, o puente de Einstein-Rosen. El primero desde que se teorizara su posible existencia. Un satélite de reconocimiento se envió para captar e intentar atravesar la anomalía y los resultados fueron más que satisfactorios, sobrepasando las expectativas. Efectivamente, el satélite recorrió una distancia impensable en condiciones normales al atravesarlo.
El telescopio Kepler, que seguía monitorizando la particular estrella, detectó un elemento nuevo a su alrededor. Analizando su forma y espectro de color, se llegó a la conclusión de que era el própio satelite. No sólo había viajado en el espacio sino también en el tiempo. Cualquier intento de comunicación resultó en vano, pero el puente estaba ahí. Y el mero hecho de su existencia y de conocer lo que había al otro lado era francamente remarcable. Muchas voces se extrañaron de la coincidencia de que el agujero llevara directamente a la estrella en cuestión, pero el debate se cerró rápidamente.
Así que se decidió dar el siguiente paso lógico. Enviar una nave tripulada, aprovechando la singularidad que se presentaba en nuestro sistema solar, para llegar y acabar de una vez por todas con el misterio. Paradójicamente, era mas largo el viaje desde la Tierra hasta Urano, unos 10 años, que en recorrer los otros 1500 que nos separaban de KIC 8462852.
La tripulación, formada por 4 hombres y 4 mujeres de diferentes nacionalidades, permaneció en un estado de letargo inducido durante la primera etapa del viaje, hasta que una vez en las proximidades de Urano, se procedió a atravesar el puente interespacial. La mera contemplación del inusual fenómeno sólo era comparable con la llegada del hombre a la Luna, hacía más de 200 años. Una mezcla de alegría, temor y responsabilidad recorrió los cuerpos de todos y cada uno de los tripulantes. La misión siempre se pensó como un viaje de ida y vuelta, y que en condiciones normales, si es que se les podía llamar así, llevaría un periodo de 20 años.
Continuará....
This work is licensed under a Creative Commons Attribution-NonCommercial-NoDerivatives 4.0 International License.
Te doy mis diessssssss, five starsssssssssssssssssssss
ResponderEliminarAnónimo Yacon opina:
ResponderEliminarComo persona de ciencias, he de decir que varias veces me he echado las manos a la cabeza pensando"Venga, que animalada!", simplementa para darme cuenta en todas ellas que tú ya lo habías pensado antes y ya lo tenías resuelto. Felicidades. Me voy a la segunda parte, que esto promete.